Caperucita Rockera y el Lobo de la Música
En un pequeño pueblo vibrante y lleno de música, vivía una niña llamada Caperucita Rockera. Con su chaqueta de cuero rojo y sus botas con tachuelas, Caperucita no era como las demás niñas de su edad. Amaba el rock, y su guitarra eléctrica era su más preciada posesión.
Un día, su abuela, una famosa baterista retirada, cayó enferma. Caperucita decidió llevarle una canasta de discos de vinilo y púas de guitarra para animarla.
Su madre la advirtió de no desviarse del camino y cuidarse del Lobo de la Música, una criatura misteriosa que rondaba el bosque.
Caperucita, con su guitarra colgando de su espalda, caminó por el sendero del bosque, tarareando melodías de rock. Sin darse cuenta, se desvió del camino, atraída por un extraño ritmo que resonaba entre los árboles.
De repente, apareció el Lobo de la Música. Era grande, con una melena desordenada y ojos brillantes. En lugar de miedo, Caperucita sintió curiosidad.
El lobo no parecía peligroso, sino más bien… musical. Llevaba una guitarra eléctrica colgada, y sus patas se movían al ritmo del rock.
Caperucita y el Lobo empezaron a hablar de música. Ella descubrió que el Lobo no era malo; solo estaba solo y quería compartir su amor por la música. Decidieron hacer un trato: Caperucita enseñaría al Lobo a ser más amigable con los habitantes del pueblo, y el Lobo le enseñaría a Caperucita los secretos de la música del bosque.
Juntos, llegaron a la casa de la abuela. La sorpresa de la abuela fue inmensa al ver al Lobo, pero cuando este empezó a tocar suaves melodías con su guitarra, acompañado por Caperucita, la abuela se dio cuenta de que la música tenía el poder de unir a todos, sin importar sus diferencias.
La abuela se recuperó rápidamente, impulsada por la energía de la música. Caperucita, el Lobo y la abuela formaron una banda.
Empezaron a tocar en festivales y eventos del pueblo, mostrando a todos que la música rock podía ser un puente entre generaciones y criaturas de todo tipo.
Y así, Caperucita Rockera, con su chaqueta de cuero rojo, su guitarra y su nuevo amigo, el Lobo de la Música, se convirtieron en leyendas locales.
Juntos demostraron que la música no solo era una forma de expresión, sino también una poderosa herramienta para la amistad y la comprensión.
¡COLORÍN, COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO!