
El Expreso de la Alegría
En una pequeña ciudad, donde los campos verdes se extendían y las casitas tenían tejados rojos, vivía un niño llamado Tommy. Tommy adoraba los trenes desde que tenía memoria. Cada día, correteaba alrededor de su casa con un tren de juguete, imaginando que exploraba lejanos lugares.
Un día, mientras Tommy paseaba por la plaza del pueblo, descubrió un cartel que anunciaba un concurso de trenes de juguete. Su corazón se llenó de emoción, y decidió participar. Con la ayuda de su abuelo, construyó un tren especial: «El Expreso de la Alegría». Tenía vagones de colores brillantes y luces que parpadeaban como estrellas.
El día del concurso llegó, y la plaza estaba llena de niños y niñas con sus trenes. Había trenes grandes, trenes pequeños, pero el Expreso de la Alegría de Tommy destacaba por su originalidad y encanto. Los jueces quedaron impresionados y le otorgaron el primer premio.
Como premio, Tommy y su tren fueron invitados a dar un paseo en un tren de verdad, el Tren Mágico. Era un tren antiguo y majestuoso que solía recorrer hermosos paisajes. Los ojos de Tommy brillaban de felicidad mientras subía al Tren Mágico con su abuelo.
El tren los llevó a través de campos verdes, bosques misteriosos y ríos centelleantes. Tommy se maravilló con cada paisaje y se hizo amigo del simpático maquinista, quien le contó historias emocionantes de sus viajes.
De repente, el tren se detuvo en una estación especial, donde les esperaba una sorpresa. Era una fiesta de globos, música y risas organizada por los habitantes de la ciudad para celebrar el amor por los trenes y la creatividad de Tommy. Todos bailaron y se divirtieron, agradeciendo al Expreso de la Alegría por traer felicidad a su comunidad.
Cuando regresaron a casa, Tommy se dio cuenta de que los trenes no solo eran juguetes, sino también símbolos de amistad y aventura. Recordaría ese día especial cada vez que jugara con su tren de juguete, sabiendo que la magia de los trenes había tocado su corazón de por vida. Y así, en la tranquila ciudad, el amor por los trenes seguía creciendo, contagiando alegría a todos los niños y niñas, gracias a Tommy y su Expreso de la Alegría.
¡COLORÍN, COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO!